lunes, 19 de julio de 2010

La mujer es un bien de consumo

Conozco a un chico cuarentón. El no está mal, no es nada feo y está bastante bueno. Nunca estuvo casado, solía irse a Cuba imagino que en los típicos viajes de hombres que se van a echar unos cuantos polvos a cambio de unas pastillas de jabón. Ya se sabe, típicos viajes a paraísos del sexo, dónde la miseria le obliga a las mujeres a prostituirse. Hace menos de un mes, surgió la noticia: se había casado con una chica en Madagascar. La chica llegó hace un par de días: es mulatita, guapita y unos 15 años menor que él. Me sorprendió mucho cuanto me contaron que, a la media hora de bajar del avión, la chica se fue con su nueva familia a un Hipermercado cercano a comprar perfumes. Es algo que a mí, por supuesto, no se me hubiese ocurrido después de un viaje de, por lo menos 15 horas. "Las mulatitas están de moda".
Hace un par de días, me sorprendió leer en una entrevista a Patti Smith, que decía que ella estaba acomplejada cuando era joven (ahora tiene sobre 64) porque era muy delgada y, en aquel momento "la moda eran las gorditas tipo Rubens". Cuando descubrió las pinturas de El Greco y los cuerpos estilizados que pintaba sus complejos empezaron a difuminarse. Supongo que se habrá dado cuenta de que ahora está "totalmente de moda", en esta época en la que lo ideal son los cuerpos anórexicos.
Lo que me lleva a pensar que, una mujer es simplemente un objeto sujeto a los vaivenes de la moda. Un hombre, da igual que esté gordo o flaco, siempre es un hombre. Sin embargo, una mujer dependiendo de la época en la que viva puede llegar a ser, o bien una flaca de mierda o bien una gorda asquerosa. Y todo ello, en la mayoría de los casos, promovido por las propias mujeres. ¿Y luego hablamos de liberación de la mujer? ¿Por qué ese empeño en cosificarnos promovido por nosotras mismas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario