Diarios del ron

Me habían hablado de la película "Diarios del ron", me dijeron que la crítica la ponía muy bien por lo que, en cuanto pude, fui a verla. Me habían comentado que era sobre un periodista alcohólico que se iba a Puerto Rico y que era de un estilo de "Living las Vegas" aunque no llegaba a superarla. En lugar de comprar las habituales palomitas, se me dio por comprarme una hamburguesa de pollo. Iba un poco acojonada pensando en el tufillo a cebolla que iba a desprender en el momento en el que abriese la cajita de cartón en la que tenía la hamburguesa. De hecho, casi ni pido ketchup porque ya me parecía excesivo empezar a embadurnarlo todo con la salsilla aunque el cine estuviese a oscuras pero, aun no pensando utilizarlo me llevé un par de bolsillas. Una vez finalizados todos los rituales habituales para la ocasión, es decir, coca-cola y bocata en el bolso, pitillo en la puerta y meadita antes de entrar, me dirigí a la sala. Estaba todo a oscuras y estaban con la publicidad de las películas que van a estrenar. Cuando voy subiendo para mi asiento, me doy cuenta de que ¡no había nadie más en el cine!, estaba yo sola en una sala enorme con una pantalla gigante delante mía. Pensé que en los próximos minutos era probable que entrase alguien pero no, allí no apareció ni dios. No me resultaba para nada cómoda la situación pero, decidí quedarme. Ni tan siquiera apagué el móvil y me zampé la hamburguesa bien untadada de ketchup. Y me llevé algún que otro susto de muerte cuando la silla del asiento de al lado se subía sola cuando yo cogía el bolso que tenía allí posado. Aguanté hasta el final como una campeona aunque, cuando salí me dió un terrible ataque de ansiedad mientras venía conduciendo hasta casa (del que nadie se enteró, por supuesto). ¿La película? Para colmo no me gustó. Si, eran tres tipos que bebían mucho pero, bebían con alegría, me esperaba una historia más deprimente. Igual si la hubiese visto en otras circunstancias me hubiese gustado más pero, no fue el caso. Fue una desafortunada "excursión".