miércoles, 30 de mayo de 2012

La Felicidad

Hoy me levanté feliz. Mis primeros pensamientos cuando me levanté, no estuvieron dedicados a un hombre, el de siempre, por supuesto, sino que me desperté tarareando una canción. Y gran parte del día mis pensamientos siguieron estando ocupados con distintas melodías. Eso es para mí La Felicidad. Lo contrario, la infelicidad se siente de otra manera. Cuando tengo un problema serio y hace que me sienta muy desgraciada, siento un peso entre los sesos y el cráneo como si un bloque de hormigón se hubiese instalado en mi cerebro, no puedo concentrarme, le doy vueltas continuamente a mi problema como una centrífugadora buscando una solución, tengo un gran nudo que me aprisiona la garganta, no puedo dormir por las noches, o en el peor de los casos, me visistan terroríficas pesadillas recurrentes y me despierto llorando. Pero, esta temporada, no tengo problemas. No tengo grandes ambiciones, tengo lo suficiente para sobrevivir sin grandes lujos, que tampoco necesito, no me siento sola aunque lo esté, tengo toda la libertad del mundo y, últimamente tengo música en el trabajo. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?

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