miércoles, 20 de marzo de 2013

Led Zeppelin en el O2 Arena de Londres

Lo vi anunciado el sábado cuando fui al cine, y no lo pude resistir, era el concierto de Led Zeppelin del 2007 en Londres, cuando se reunieron después de 27 años de haberse disuelto, sustituyendo al batería por el hijo del difunto.  No eramos más que media docena en el cine, situación que suele generarme una terrible ansiedad, pero que pude combatir gracias a unos cuantos conguitos que me había agenciado antes de entrar.  Se apagaron las luces y empezó el concierto, para mi gusto necesitaba más volumen.  A Robert Plant se le reconocía por el pelaxe, aunque está más gordo y más arrugado.  La voz, sigue igual aunque la vestimenta era más formal, con sus pantaloncitos de tergal. La energía no era la misma que antaño.  A Jimmy Page no se le reconocía. También vestía más formal, empezó el concierto con traje y chaleco y acabó en camisa.  A Jhon Paul Jones me costó reconocerlo pero, era por el pelo: yo lo conocía con media melena rubia y ahora no tiene pelo pero, sigue igual que de joven, quizás más flaco.  Y a Jason Bonham no lo puedo comparar con el pasado porque no estaba en la formación original, sólo puedo decir que está más gordo que su difunto padre, John Bonham (uno de los mejores baterías de todos los tiempo, muerto de una borrachera salvaje durante un fiestorro con la banda).   En algún momento, por la diferencia en el físico de los componentes pensé que parecía un grupo tributo de sí mismos, esos grupos que están tan de moda ultimamente.  Es normal que la energía y el físico sean diferentes, la gente cambia mucho en 30 años, están todos entrados en los 60. Escenario sencillo, sólo unas pocas proyecciones austeras, estadio hasta los topes. La compenetración entre los miembros era espectacular, incluso con el nuevo.  La improvisación igual que en el pasado, son los reyes de la improvisación. El sonido limpio, como todos los grandes genios de la música y las sonrisas y las muecas de complicidad entre los músicos una constante a lo largo de todo el concierto. Los temas, muchos los mismos que los del concierto en el Madison Square Garden en el 73. Jimmy Page, que sudaba a raudales, toco la guitarra con un arco de violín y en el Starway to Heaven la guitarra de dos mástiles. Fue un gran concierto, una pena no poder haber asistido en persona.  Y, al verlos, tan mayores, tan cambiados físicamente y, a la vez tan compenetrados me acordé del refrán que dice "dónde hubo fuego, siempre quedan brasas".

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