domingo, 19 de enero de 2014

Querido diario:

Hoy, como todos los días, me desperté pensando en él.  Todos los días de mi vida me despierto pensando en él.  Sigo enamorada del hombre que fue, o quizás del que yo imaginaba que era.  Unos días lo odio, otros lo amo locamente. Y siempre, me invade una enorme tristeza.  Es mi castigo, mi destino, mi dolor y siempre será así.  Me gustaría que existiese una máquina del tiempo para poder volver al pasado y borrar los días malos.  Y detener el tiempo en aquellos momentos felices.  Pero eso es imposible, estoy condenada a vivir con mi dolor, con mi angustia y con mi soledad. Nada me hace feliz, nada me hace ilusión.  Sólo soy una vieja solitaria. Mi vida transcurre entre ir a trabajar, en un trabajo estúpido e inestable y gastar mi tiempo de ocio. Y no hay más. Soy una gastadora de tiempo, la mayoría de las veces sólo espero a que las horas pasen de la mejor manera posible.  Esta mañana de domingo, tuve que ir a la playa con el único fin de gastar horas.  Y, por la tarde, tuve que seguir el ritual del cine de domingo, con mis gominolas, mis conguitos y mi granizada. Una película larga, 140 minutos, la de Mandela. La película está bien, estuvo entretenida. Y, al volver a casa, me encontré nuevamente con mi soledad.  Yo sé que hay vidas peores pero, cuando la desilusión y la desesperanza se apoderan de una, es difícil seguir para adelante.  La soledad es muy dura aunque, nunca lo reconoceré ante nadie, todo lo contrario.

domingo, 5 de enero de 2014

Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:

        La verdad, no creo mucho en vosotros.  Cuando tenía solamente seis años, empecé a preguntar como podía ser que los Reyes estuviesen en todas partes a la vez.  Los veía en mi vieja televisión en blanco y negro y no me encajaba que estuviesen en Málaga, en Madrid y en Palma de Mallorca al mismo tiempo.  Y sigo sin creer mucho en vosotros por lo que, no sé porque os escribo esta carta.  Quizás surja de la desesperación, del desánimo, de ... no sé.  Sólo tengo un deseo, y no se trata de nada material. Tengo serios problemas para encontrar alegría en mi vida.  Estamos en Navidades, acabándose ya y, como todas las Navidades desde hace treinta años, mi madre no para de llorar porque tiene tres nietos que no la vienen a ver nunca, ni siquiera en estas fechas.  Eso si, el padre viene corriendo cuando necesita pasta para chuparle lo que puede de la mísera pensión que tiene. Tengo amigos, si pero no disfruto cuando estoy con ellos, lo único que deseo cuando estoy con mis amigos es que llegue la hora de largarme. Tampoco disfruto con ninguna actividad, no obtengo placer de casi nada, excepto cuando por casualidad entro en el cine y me encuentro con una buena película, o con el breve instante en el que en la radio ponen una canción que me gusta, o cuando una comida está apetitosa. Tengo una vida triste, muy triste y no tengo ninguna esperanza de que las cosas mejoren, ni tengo tampoco ninguna ilusión. Por eso recurro a vosotros, en los que en realidad no creo, pero que dicen que sois mágicos con una única petición: ¿Podrías devolverme la ilusión que me ROBARON hace tanto y tanto tiempo?

sábado, 4 de enero de 2014

El médico

Soy una gastadora de tiempo, la mayor parte de mi tiempo de ocio me lo paso simplemente gastándolo y, puedo asegurar que es algo más difícil de lo que pueda parecer.  Son esos momentos de soledad y aburrimiento en los que no sabes que hacer. El cine es algo muy apañado cuando necesitas gastar tiempo. Con un paseo puedes llegar a gastar hora y media como mucho pero, una película entre que vas y que vienes y ves la película puedes llegar a darle matarile a tres o cuatro horas.  Hoy, salí de casa como otros días dispuesta a gastar tiempo y, casi sin pensarlo dirigí mis pasos a los multicines, sin saber tan siquiera que películas estaban poniendo, ni cual me apetecía ver. Por un momento dudé entre la última de los Hermanos Cohen, de la que leí algo de que está basada en la vida de Bob Dylan y El médico que está basada en un best-seller. En el último momento me decidí por El médico.  Seguí el ritual habitual para los días de cine, es decir, sacar entrada, comprar gominolas y conguitos, ir al vater, comprar un granizado de mango, salir a fumar un pitillo, entrar en el cine, volver al vater y acomodarme en el asiento.  Las gominolas y el chocolate son importantes para calmar la ansiedad que me produce ir sola al cine. Cuando me senté en la butaca pude ver que la mayoría de los espectadores eran parejas de gente mayor.  El cine se fue llenando y empezó la película. La verdad que fue una gran elección. Es una película larga, dura 140 minutos que se me pasaron volando. Me gustó mucho el guión, los paisajes son espectaculares, el protagonista principal no puede ser más guapo ... Está ambientada en la Edad Media y discurre entre Inglaterra y Persia. Las imágenes de las montañas de Inglaterra y de los acantilados de Dover no pueden ser más impactantes, al igual que las del desierto, y que las del cielo en la noche del desierto. Es una película de lo más recomendable.