lunes, 30 de junio de 2014

A gritar !!!

Nunca me gustó trabajar con mujeres, ahora tengo que soportar cada día a toda una pandilla de hembras histéricas insoportables.  Se pasan la jornada gritándome, cuando no me grita una, me grita otra. Es algo realmente insoportable. Al final, no te queda más remedio que ponerte a su nivel para que no te coman con patatas.  Tengo una amplia trayectoria laboral y, nunca antes me había encontrado con semejante percal.  Ni yo le gritaba tampoco a mis compañeros como norma.  Tampoco es que fuese un buen ambiente, era sencillamente un ambiente más zorro. Pues nada, es lo que hay ...  A GRITAR!

sábado, 7 de junio de 2014

Humillaciones laborales

Preocupada por mis problemas laborales, hace un par de días recibo una llamada de una amiga con la que hacía tiempo que no hablaba.  Empezamos a hablar del trabajo y la puse al día de los últimos cambios que tuve en el trabajo.  Y así, como quien no quiere la cosa, me empieza a contar que nada, que tiene cáncer y que está poniendo la quimio. Me quedé totalmente petrificada pero, supe salvar la situación ante ella. Los enormes problemas que tengo en el trabajo se quedaron pequeños ante la noticia. El caso es, que mis problemas laborales son todavía más graves de lo que yo pensaba. Entrar en un grupo ya hecho, siempre es difícil, en este caso está resultando un calvario de lo más espinoso y humillante. En un grupo de 7 personas, 2 parece que me aceptan, 3 me detestan y 2 no sé. Siempre desconfié de los grupos felices y, éste en teoría es un grupo feliz.  Lo peor de todo es que de los 3 que me detestan, uno de ellos es el jefe, que es un pijo recalcitrante e insoportable y a los otros dos los tengo uno a mi derecha y otro a mi izquierda y que, tal y como estuve observando toda la semana son los trepas que se quedan cuando se va todo el mundo para irle con cuentos al jefe pijo.  El de la derecha en teoría es una mujer, aunque se comporte como un macho de los peores. Y, para colmo de males, dependo de todos mis compañeros, porque a pesar de llevar más de dos décadas en la empresa, como estoy en otro servicio, tienen que enseñarme absolutamente todo porque no conozco las aplicaciones que tengo que usar para mi trabajo diario. Tengo que soportar  humillaciones diarias por parte de, vamos a llamarle "la macho". A pesar de ser más joven y tener menos categoría laboral que yo, me grita cuando le sale de la cona (o de la pirola, no sé si es hombre, mujer o travesti), me da ordenes como si fuese un jefe y pretende utilizarme incluso de ordenanza. Una humillación diaria. Aún por encima de todo esto, resulta que el repijo del jefe, me echa la bronca porque "la macho" le va con cuentos y me la pone de ejemplo a seguir. ¡Hay que joderse! Tú habla mal que algo siempre queda. Yo vi como echaban a otra compañera para otro servicio y, observé toda la evolución anterior, y todos los comentarios de las dos trepas que provocaron que se fuera. "La macho" es la puta jefa y el jefe no deja de ser un calzonazos a su servicio.  Que la macho era la puta jefa lo descubrí a principios de semana y, entonces decidí seguirle el rollito. Pero no sirvió de nada, tuve bronca injusta del calzonazos pijo por las quejas que le dio la susodicha individua. Tengo miedo a perder al jefe intermedio, que es el más razonable pero que, ya sabes, habla mal que algo siempre queda.  Se le llama comedura de tarro. Para colmo, tuve un par de agresiones de clientes, una de ellas muy fuerte. En la primera, la macho, me dio el toque por decirle al cliente lo que yo se que le tenía que decir. En la segunda, con un loco de atar que empezó a gritar pidiendo que me identificase y que se le dio por llamar a la policía, vino el jefe intermedio a rescatarme, lo cual todo hay que decirlo era su trabajo. Aparte del toque que no venía a cuento que me dio la macho con ese cliente, tuve dos broncas más.  La primera, la susodicha macho, y por una falta de previsión suya ya que era la que tenía que hacer el pedido de la mercancía, había dicho que no podía dar un tipo de mercancía, que diese de la otra. Vino una clienta e hice lo que la macho había dicho. Pues bien, cuando la clienta protestó porque quería de la otra, apareció la macho, le dio lo que la clienta quería, y tuve que quedar mal delante de la clienta ... Así que no tenías ... así que no tenías ... era lo que me decía la clienta. La primera vez que me dejó quedar mal delante de una clienta.  La segunda vez que pasó lo mismo, le día al cliente lo que quería, y está vez la bronca fue de la macho y de su perro faldero.  La tercera vez, se puso a vociferar delante de otra clienta, que para colmo era conocida mía, humillándome y ninguneandome.  Triste panorama, muy triste. La verdad, me había olvidado de estos detalles, los había dejado pasar pero, no pueden dejarse pasar. Hay que recordarlos y tenerlos presentes.  Esto es la guerra, la batalla es diaria y hay que defenderse.  Es tal la humillación, que incluso pensé en irme de la empresa y cambiar de trabajo de forma radical.  El repijo viene y me echa la bronca diciendo que tengo que hacer lo que la macho me manda, que por otra parte nos es mi jefa, pero ¡vamos! ¡hasta ahí podíamos llegar! También me tuvo que oir y le dije a las claras que lo que había era que tener educación.  A lo cual, me contestó que el conoce a su gente, que yo soy una donnadie impuesta de forma repentina y que lo que le estaba diciendo era una falsedad.  Ni un mínimo de respeto, a pesar de que lo conozco desde pequeño, o quizás sea esa precisamente el problema. Nunca pensé que fuese tan rematadamente tonto como está demostrando ser. Cuando le dije que me merecía un respeto, aunque sólo fuese por los años que llevaba, se echo a reir, tomándome por gilipollas y pensando que me refería al tiempo que llevaba en este nuevo servicio ¡gilipollas! ¡si todavía no llegué!, ¿en qué cabeza cabe? hablaba del tiempo que llevo en la empresa, no hay que ser muy listo para darse cuenta. Ya me habían dicho que los principios eran duros, ahora lo estoy comprobando.  ¡Ah! ¡me olvidaba! Me faltaba por comentar que el jefe superior, un gilipollas que sonríe como un parvo de colegio de subnormales, cuando me dijo cual era mi destino, me miró con ojos amenazadores, y tuvo conmigo unas duras palabras de bienvenida. Una alegría todo.  Y con la buena fama que tiene el servicio en el que estoy ahora ¿a quién se lo voy a contar? ¿quién me va a creer dentro del entorno laboral? Y tampoco se lo puedo contar a mis amigas, porque acabarían burlándose de mi. ¡Vamos! ¡Una alegría todo! Y cuando me veo en un callejón sin salida, como éste, en el que no sé que hacer, antes lloraba, ahora como ya me quedé sin lágrimas me deprimo. ¡Cuánta zorra hija de puta hay por el mundo!