domingo, 25 de enero de 2015

El absurdo

Yo no entiendo nada. No sé si es una crisis relacionada con la edad, con cambios hormonales, con mis relaciones o con mis no-relaciones, con mi trabajo, con mi vida o que estoy como una auténtica cabra, tal vez esto último. El caso es que me siento mal, muy mal, estoy incluso de muy mala ostia. El viernes me fui al cine después de comerme una hamburguesa en un McDonalds. Esta temporada se me da por comer mierda, hace poco me pillé un entripado después de atiborrarme en un buffet chino y, hamburguesas ya llevo encima unas cuantas esta temporada. Al salir del cine, me fui a conducir por las aldeas y me encantó el paseo. Iba como flipada disfrutando de la visión del verde de las orillas de la carretera y del reflejo de los reflectores de los quitamiedos. En realidad, lo que no quería era volver a casa. Lo que tengo en casa no es plato de buen gusto, aunque en realidad sea algo que yo propuse. Todos son interrogatorios, críticas, conversaciones repetitivas, desprecios y ordenes. Todo ello a cambio de nada, y lo peor, es que yo lo consiento. El mayor beneficiario de todo esto es, en realidad un desconocido que se aprovecha todo lo que puede y, que si no se hace lo que él quiere, reacciona con una violencia desmesurada. Mientras conducía por las aldeas, por un breve momento tuve la sensación de que me estaba escapando hacia ninguna parte y sentí una necesidad enorme de escaparme, de irme lejos, de dejarlo todo y salir corriendo como la canción de Sabina, pisar el acelerador y largarme. Mi trabajo es una mierda, rehuyo de mis amistades porque no estoy a gusto con ellas , simplemente quedo a veces por quedar y busco la soledad a cada momento. Para colmo, tuve una extraña relación con un machaca que me resultó tormentosa de tanta racionalidad de quedar para ir al tema y adiós muy buenas, llegando a tener sentimientos contradictorios, mezclándose todo con mis recuerdos dolorosos, llegando incluso a sentir celos sin tener derecho, avergonzándome incluso por ello. Ya ni el sexo me satisface. Primero, era aquello de que un colega es un colega, que no me sirvió. Y ahora esto, de que un polvo es un polvo que tampoco me sirve. Debo reconocer que el machaca era más raro que un perro verde y eso también influye y que la relación o no-relación, según él, que proponía y a la que yo me preste a jugar en la desesperación de mi desasosiego era un tanto extraña y que acabó por sumirme en la más grande de las desazones. Culpa mía por querer probar de todo en busca de un poco de ... alegría? paz? tranquilidad? Felicidad, esa es la palabra y eso es lo que buscaba y lo que llevo buscando de forma desesperada desde hace mucho, mucho tiempo. En fin, no me queda más remedio que continuar en la cárcel de mi propia vida, sobreviviendo como pueda. Dicen que mientras hay vida, hay esperanza, aunque yo ya perdí la esperanza. Estoy llorando, es lo único que me queda, mis lágrimas ...

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