lunes, 30 de noviembre de 2015

La llamada

Espero con ilusión una llamada que, en realidad pienso que no se va a producir. Aún así, la esperó ansiosa. Es para un cambio de servicio en el trabajo y, en realidad, tampoco sé si es un buen cambio. Es, simplemente, una nueva apuesta. Aposté antes, y perdí. Llevó ya cuatro años de inseguridad laboral, de cambios, degradaciones continuas, novatadas después de casi 30 años de servicio, en ocasiones incluso maltrato por parte de compañeras y de jefes.  Y, ahora, con amenazas, supongo que de despido e ignoro en que condiciones.  Por ese motivo solicité un cambio, que sé que no me van a conceder.  No puedo estar peor valorada en estos momentos, imposible estarlo con los objetivos comerciales que me imponen y además soy demasiado vieja para ellos. En cualquier caso, yo no soy comercial, nunca lo fui, y la empresa lo sabe. Es lo que tiene que nos traten como números.  Porque eso es lo que somos, estampitas que se intercambian entre unos y otros sin pensar en nada más.  Futuro incierto, en breve descubriré que es lo que escondían esas amenazas sobre las que no quise preguntar. De vacaciones, y ansiosa.  Y en breve, en el paro.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Un poco de luz

Hace tiempo que me llevo quejando de que mi círculo de amistades no satisfacía mis necesidades a nivel social.  Sentía una necesidad imperiosa de ampliarlo pero, no sabía como. Probé en todo tipo de asociaciones, me apunté a toda cuanta actividad encontraba y, nada, seguía en las mismas. Y así fueron pasando años y años hasta que, por casualidad me encontré una página de internet de mi ciudad en la que se proponían actividades al aire libre y culturales y alguna que otra cena.  Me apunté, pero todo quedó ahí en el olvido, más que nada porque era terriblemente cortante presentarse de repente ante un montón de desconocidos. Me hubiese gustado ir a alguna de las andainas que se proponían pero, me sentía un poquillo traidora porque, aunque suene paradójico era algo que quería hacer yo sola pero, tenía una amiga que me rompía la cabeza para que buscase actividades al aire libre. Pasaron los años y de vez en cuando me llevaban mensajes los que no les hacía ni caso. Y entonces, me hice un ligue en internet chateando que, casualmente conocía la página. Me dejaba tirada como una colilla para irse con ellos. Así fue como, por despecho, me atreví a ir a quedadas, por fortuna coincidiendo con el momento en el que el encontró al amor de su vida y nos dejó a los amigos de la página y a mi.  Al principio, me embargaba ese extraño sentimiento de traición a mis amigas. Pero ya no. Ahora estoy contenta, no sé cuanto me durará pero, estoy conociendo gente que quiere conocer gente y normalmente me lo paso muy bien. Y a mis amigas de vez en cuando las invito a venir, aunque lo normal es que no quieran. Normal, siendo algo que propongo yo.  Esperó que me dure un poquillo este momento de pequeño felicidad.