lunes, 30 de noviembre de 2015

La llamada

Espero con ilusión una llamada que, en realidad pienso que no se va a producir. Aún así, la esperó ansiosa. Es para un cambio de servicio en el trabajo y, en realidad, tampoco sé si es un buen cambio. Es, simplemente, una nueva apuesta. Aposté antes, y perdí. Llevó ya cuatro años de inseguridad laboral, de cambios, degradaciones continuas, novatadas después de casi 30 años de servicio, en ocasiones incluso maltrato por parte de compañeras y de jefes.  Y, ahora, con amenazas, supongo que de despido e ignoro en que condiciones.  Por ese motivo solicité un cambio, que sé que no me van a conceder.  No puedo estar peor valorada en estos momentos, imposible estarlo con los objetivos comerciales que me imponen y además soy demasiado vieja para ellos. En cualquier caso, yo no soy comercial, nunca lo fui, y la empresa lo sabe. Es lo que tiene que nos traten como números.  Porque eso es lo que somos, estampitas que se intercambian entre unos y otros sin pensar en nada más.  Futuro incierto, en breve descubriré que es lo que escondían esas amenazas sobre las que no quise preguntar. De vacaciones, y ansiosa.  Y en breve, en el paro.

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