domingo, 22 de abril de 2012

La soledad

Aburrida de que mis amigos me digan siempre que no a todas mis propuestas, ahora soy yo la que rechazo las suyas. ¿Voy a aislarme cada vez más? Pues no lo sé, pero tampoco me importa: sentirse sola estando con gente es una sensación muy agobiante. Es como si no tuviese nada en común con mis amistades y, como si mi opinión no contase para nada. El caso es que, de tanto agobiarme de hacer siempre lo que otros quieren sin que les importe para nada mis deseos, mis gustos, mis propuestas le empezé a coger el gusto a salir sola. Y es algo que cada vez me gusta más. Hoy se fueron a ver el partido a un bar, lo cual era un plan que no me atraía lo más mínimo. La última vez que fui, fue un agobio: un bar lleno de viejos borrachos con la tele a toda pastilla donde lo único que podías hacer era prestar atención al maldito partido. Y, la verdad, no me resulta ni mínimamente divertido ver como unos tipos le dan patadas a un balón. Una de las pocas veces que quise ver un partido de futbol fue la final de los mundiales cuando ganó La Roja y, no me quedó más remedio que dar vueltas yo sola por mi ciudad porque las mismas amistades que hoy se partían el culo por ver el Madrid-Barcelona no quisieron verlo conmigo ni de coña. Así que, decidí salir sola e irme al cine, algo que suelo hacer cuando salgo sola. Por cierto, una película que me gustó mucho: "Intocable". Antes de entrar en el cine, se me dió por meterme en una hamburguesería. Pedí una hamburguesa de pollo que comí bien untada en ketchup y con un poco de mostaza y unas patatas fritas también bien rociadas de ketchup. Cuando estaba disfrutando mis patatas fritas y leyendo en el periódico los últimos cotilleos de los ligues de rey, o sea, estaba en la misma gloria, oigo que me llaman. Cuando me vuelvo, veo que es un amigo de mi pandilla de hace más de 20 años: ya me jodió la fiesta, al carajo las patatas y a sentarme con él y la mujer. Estaba deseando largarme, me resultó terriblemente incómodo. El me miraba con cara de poquer esperando que yo le contase de mi vida y lo que sabía del resto de la panda. ¿Y que coño voy a contar de mi vida si soy una miserable? A pesar de que él fue muy educado, amable y todo eso, yo sólo estaba deseando salir corriendo. Y es que, cuando salgo sola, no me gusta encontrarme a nadie, me gusta salir sola, sola con la única compañía de mi soledad.

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