miércoles, 27 de abril de 2022

La boda

Hoy soñé que me casaba, y por la iglesia. En realidad desperté antes de llegar a la iglesia. Estaba vestida de novia, y también había ido a la peluquería. El peinado era más de niña pequeña que de novia: tenía dos fuentes pequeñitas en el frente y después una serie de pinzas de colorines a la altura de las fuentes a modo de diadema; también tenía una diadema finita de color metálico detrás de todas las pinzas. Me habían recortado demasiado el flequillo, no me gustaba pero, me conformé porque no me quedaba otra. Subía en un bus con mi vestido blanco y mi peinado y un compañero de trabajo me criticaba por las pinzas, porque parece ser que estaba de moda el que a todas las novias le pusiesen esas pinzas y a él no le gustaban. Volvía andando a casa de mis padres y, a la altura de una plazoleta cercana había una botella verde que quería tirar en un contenedor, pero empezó a soplar el viento y la botella se me escapó. Al final conseguí llegar a casa de mis padres y, empezé a buscar una chaqueta y unos zapatos tipo mocasín blancos. Me entró el sueño y me puse a dormir. Mi padre hacía años que no hablaba.  El vestido era un poco raro, la parte de arriba era blanca, transparente y con un forro por debajo. El cuello era redondo y las mangas remataban con un pequeño encaje. La parte de abajo era reversible, por un lado era negra y por él otro blanco. Elegí la parte blanca. Pero también tenía un mandil, que en un primer momento era blanco por un lado y negro con lunares blancos por el otro lado y que a lo largo del sueño el blanco se transformó en sepia. Me extrañaba lo del mandil, pero pensé que debía de ser la última moda en las novias y lo dejé puesto porque, total! a quitarlo siempre hay tiempo.  No sabía muy bien a qué hora era la boda y tampoco sabía muy bien llegar a la iglesia. Mis padres no venían y, no sabía muy bien si al acabar la ceremonia nos íbamos de viaje de novios o no. Iba a llevar una mochila con cuatro cosas, pero no me daba tiempo. No sabía si la familia del novio iba a ir, llamé a mi hermano por si quería venir pero me dijo que no. Tenía el debate interno, de si mi novio era bebedor ó alcohólico y estaba convencida de que después de la boda dejaría de beber. Salí de casa y en la puerta del ascensor, estaba una vieja, que era la vecina de enfrente, que empezó a soltarme un rollo inacabable de un paquete que le habían enviado así que, para no aguantarla más, me fui corriendo por las escaleras. Entonces, saqué del mandil, que ahora era sepia un choco que había soltado un poco de tinta, le dí la vuelta al mandil para ponerlo por el lado negro con lunares blancos. Apareció una amiga que se empeñó en que fuésemos a la iglesia en bus, íbamos andando hacia la parada pero, ni ella ni yo sabíamos muy bien que bus coger, y entonces me desperté. No fue un sueño angustioso para nada, fue un sueño en el que las cosas iban pasando sin más, porque tenían que pasar.

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