sábado, 15 de mayo de 2010

Carta a la ex de mi ex

Nunca llegué a conocerte. No me hubiese importado, no tenía absolutamente nada contra tí. Ahora, me dijeron que ya no estás, que te fuiste. En fín... No voy a decir que lo siento, porque en realidad no siento nada pero, si que me hubiese gustado que las cosas fuesen de otra manera. Tu ex-marido, bueno, no creo que te sorprenda cualquier cosa que pueda hacer ... después de tantos años supongo que llegaste a conocerlo perfectamente. No creo que esté muy apenado pero sabes que cualquier disculpa le es buena para beber, que es lo único que le importa en este mundo. Creo que es díficil encontrar a alguien que esté tan orgulloso de ser un borracho. Mi angustia por las mañanas no mejora, pero ya estoy acostumbrada a vivir con ella. Al principio era peor, era insoportable. Me despertaba con esas palabras que se repetían constantemente en mi mente y rompía a llorar en el coche cuando iba a trabajar. Ahora, sólo es más llevadero. Creo que jamás voy a conseguir deshacerme de este nudo en la garganta. Es más, yo creo que lo echaría de menos si no estuviese. Supongo que el problema es que no encontré a nadie que enjuagase mis lágrimas, y ya no lo voy a encontrar. Llevo demasiado tiempo sola, y es como me gusta estar. Ya no me subo por las paredes como al principio, el sexo incluso me da asco. Y supongo que por eso, es por lo que tengo tan mala ostia. Pero, ya sabes, si es díficil encontrar a alguien, para mí lo es más ... Tu ex me hizo muchísimo daño ... me dejó hecha una mierda. Se tiraba por el suelo cuando ibamos por la calle pretendiendo echarme un polvo... se daba cabezazos contra las paredes ... tiraba los zapatos y echaba a correr descalzo y eso, por contar sólo lo más suave. Desde que se fue, soy una zombie que deambula por las calles. Pero es mi destino, y no puedo hacer nada para cambiarlo. El es mi negra sombra, ese mal recuerdo que continua martilleando mi cabeza. Me pregunto cómo pudiste aguantarlo tanto tiempo y, la verdad, sólo se me ocurren dos posibilidades: la primera es que eras masoca, ahora en estos tiempos en los que el sado-maso está tan de moda y, la segunda es que eres todavía peor que él, que es lo que me habían dicho y que nunca llegué a creerme del todo porque era algo que me parecía imposible. En cualquier caso, ya da igual.

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